
La iridología es una herramienta de diagnóstico que permite conocer la constitución, los antecedentes y el estado de salud del paciente, tanto física como emocionalmente.
El iris es una reproducción en miniatura del organismo, por medio del sistema nervioso autónomo, este «mapa» va cambiando de signos y coloraciones en función de nuestro estilo de vida. Algunas lesiones o disfunciones quedan reflejadas en el iris durante toda nuestra vida.
El estroma o tejido del iris es bastante complejo, está formado por filamentos nerviosos, fibras musculares, células cromatóforas (color), vasos sanguíneos y linfáticos. Todo este tejido conjuntivo del iris, se conecta con todos los nervios del cuerpo a través del nervio óptico, del sistema nervioso simpático y de la médula espinal, recibiendo así todas las impresiones de cada parte del cuerpo. El sistema nervioso es una gran red que mantiene a todo el cuerpo conectado, haciendo una analogía con la naturaleza, el sistema nervioso de un bosque serían los hongos simbióticos que comunican a los árboles entre si.
HISTORIA DE LA IRIDOLOGÍA
«Lo que una generación considera como la cumbre del saber, es a menudo considerado como absurdo por la generación siguiente, y lo que en un siglo pasa por superstición, puede formar la base de la ciencia en el siglo venidero” Teofrasto Paracelso
“El ojo es la luz del cuerpo” Jesucristo
La historia de la iridología se remonta a las antiguas civilizaciones de Mesopotamia y Egipto, también chinos, griegos e indios la utilizaron dentro de sus correspondientes medicinas. Nos han llegado referencias sobre iridología en papiros egipcios de más de 3.000 años de antigüedad, pues para los egipcios la vista formaba parte de las características propias del alma.
Pero realmente no fue hasta el siglo XIX que se empezó a estudiar la iridología como una ciencia.
Todo se desencadenó por una curiosa causalidad: Un día, un niño húngaro llamado Ignatz Von Peczely estaba paseando por el bosque, cuando se encontró con un búho que no podía volar, al ir a coger al enorme búho, este le clavó sus garras y el éste, para liberarse de sus garras, le rompió involuntariamente la pata. Ignatz, asustado, estaba mirando en ese momento, uno de los enormes ojos del búho y observó cómo aparecía de forma instantánea una mancha negra en la región baja central del iris.

Peczely, compadecido, le entablilló y vendó la pata y cuidó del búho llegándolo a convertir en un animal doméstico. Según se iba sanando la fractura, Peczely se dio cuenta que la mancha negra del iris tenía un reborde blanco y sobre el mismo se formaba una película blancuzca. Aunque él lo ignorase en ese momento, esto era la formación del tejido cicatrizal, no sólo en la fractura de la pata, sino en el estroma del iris.
Años después Peczely estudió medicina y al recordar la experiencia que había vivido de niño, empezó a observar los iris de los pacientes que entraban a quirófano. Así pudo observar en los iris humanos, lo mismo que había visto en el del búho años atrás, unas manchas negras que aparecían súbitamente justo en el momento de la cirugía y que más tarde se volverían blancas. Así Peczely consiguió hacer el primer gráfico del iris.

Pronto se extendió la fama de sus acertados diagnósticos y la gente acudía a él desde todos los lugares del país. Pero entonces entraron en juego los fariseos y envidiosos y un médico alópata fue a verle para prohibirle tratar, por no ser todavía Doctor en Medicina. El médico le acusó de ser un charlatán que pretendía leer las enfermedades de la gente en los ojos, Peczely le pidió permiso para examinar sus ojos y posteriormente le dijo: «Doctor, usted ha padecido ciertas enfermedades (nombrándoselas) que han sido tratadas equivocadamente. ¿no es cierto?. El médico muy sorprendido, tuvo que admitir la verdad y ya no habló más de fraudes. Extracto del libro Iridodiagnosis del Dr. V.L. Ferrandiz.
A partir de entonces muchos médicos como Eduardo Alfonso o Gregorio Marañón comenzaron a investigar y continuaron desarrollando la Iridología.





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